Jorge Eugenio Zoltan

28.Oct.2012 / 12:15 pm / Haga un comentario

Giandomenico Puliti ( * )

16/07/05

(*) Este Artículo, escrito por el ex-presidente del Instituto Merideño de Cultura – IMC, asesinado en mayo de 2004, muestra una gran vigencia, con respecto a la crisis por la cual atraviesa hoy el mundo cultural en el estado Mérida.

Los problemas internos de cualquier organización política suelen dirimirse dentro de ella.

Así ha sido siempre. Sin prejuicios ni temores, cualquier dirigente -verdadero, por supuesto- debería asumir su responsabilidad si estuviese actuando contra los principios éticos de la mayoría, contra la disciplina partidista o contra los intereses del país. Responder por sus fallas, omisiones y desaciertos. Somos humanos, y esa afirmación es sinónima de debilidad. Pero, ante ella no podemos sumergirnos como si fuéramos avestruces. Dar la cara, reconocer nuestras equivocaciones, reflexionar y realizar la correspondiente autocrítica. Todo por el bien de la estructura a la cual pertenecemos. Si no somos capaces de hacerlo, deberíamos dejarle abierto el camino a otros miembros. Sin embargo, no siempre sucede como quisiéramos. Intereses personales y ambiciones desmedidas impiden depurar al partido. Roscas, grupúsculos, conveniencias y apetitos individuales también aportan su granito para debilitar progresivamente la sincronía de aquel.

En Venezuela ocurrió esa tragedia dentro de AD y COPEI. Una cúpula acabó decidiendo por todos. El poder para los demás fue repartido en migajas: un carguito, una beca o un “mercaito”. ¿Divide y reinarás? Empresarios y contratistas hicieron festín con quienes asumían funciones de gobierno: yo financio tu campaña y, a cambio, me entregas un ministerio o me ofreces jugosos contratos. Al pueblo le fue negado asumir su respectiva cuota de responsabilidad. Sus líderes buscaban a la militancia sólo para votar cada cinco años. Las grandes decisiones venían tomadas y asumidas por un pequeño grupo. Al principio estuvieron perfectamente organizados. No había quién los derrotase. Hubo discusión interna y enriquecedora. Debates públicos. Andaban en boga nuevas y ejemplares corrientes políticas. Líderes genuinos que duraron muy poco. Fueron sustituidos por analfabetas políticos y todo se echó a perder. El Pacto de Punto Fijo apareció sin avisar. Directa o indirectamente, todos caímos en esa trampa perversa.

Volvieron trizas nuestra dignidad. Nos vendieron a quien ofreciera mayores ganancias. Nuestras riquezas tuvieron compradores extranjeros. La industria nacional fue sólo una cortina de humo, Abandonamos el campo, pues importar aportaba grandes beneficios a los “empresarios” de turno. Escribieron una historia hecha a su medida. Irrespetamos a nuestros héroes patrios. La educación, en todos sus niveles, se convirtió en un saco de gatos. Reinó la impunidad por sobre todos los deberes y derechos. La justicia vendó sus ojos. La represión institucionalizada se encargó de apagar cualquier legítima manifestación y cualquier brote de inconformidad. Había que proteger el sistema democrático, aunque para ello se hiciese necesario peinilla y fusil. La izquierda se volvió derecha. Los intelectuales, vueltos vulgares serviles, no aguantaron el canto de la sirena capitalista. Surgió una nueva casta de explotadores. Miseria y pobreza galopando un potro sin freno. Nos envainamos en plena “democracia”. La política -como arte, ciencia y asunto de interés público- se encerró en cuatro paredes y convirtió su esplendor en un diálogo de sordos. Aparecieron “expertos” políticos, economistas y petroleros. Mientras el país nacional recibía grandes cantidades de petrodólares, nuestro otrora florecimiento devino en marginalidad generalizada. El campo fue sustituido por una burocracia parasitaria. ¿Quién incubó esta maldición? ¿Quiénes fueron los responsables? ¿Dónde están? ¿Muertos, desaparecidos o todavía permanecen en la actual arena política intentando sacar a Chávez para continuar ellos con sus tropelías? ¿Nos consideran, acaso, ciudadanos del Siglo XIX? ¡Sacar a Chávez para regresar ellos!.

En el MVR (PSUV) podría ocurrir lo mismo. Debemos actuar rápido. Purgar debe ser la urgente consigna. Quienes vieron en Chávez y en el partido su oportunidad para escalar y enriquecerse, deben ser señalados como traidores y expulsados inmediatamente de nuestras filas, pues el daño podría volverse irreparable. No puede ser que se hayan aprovechado de una estructura, un líder y una sigla para acumular fortuna en un santiamén, recibir comisiones tras bastidores, usufructuar del poder otorgado mediante el voto popular y engañar a una esperanzada militancia. No pueden, quienes así actúan, seguir recibiendo nuestro apoyo ni nuestra consideración. Porque si no aplicamos correctivos y medidas disciplinarias a tiempo pasaremos a ser cascarones como terminaron siendo los llamados partidos tradicionales venezolanos. No podemos formar parte de ninguna tradición política. Debemos ser completamente distintos. El proceso bolivariano será evolución cierta siempre y cuando existan, dentro de sus filas, dirigentes honestos y no ladrones con boina roja que tengan como oficio el peculado público. El proceso bolivariano no puede ser usado como trampolín para asumir gobiernos, ni para llenar cuentas bancarias.

 

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